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Papeles de Nunca Jamás por Esther Requena se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-LicenciarIgual 3.0 Unported.

domingo, 16 de enero de 2011

BIENAVENTURADOS LOS INDOLENTES


Cada vez que su madre le llamaba para cenar, a Ivancito le daba un extraño vértigo en mitad del pecho. Alguna vez, sobre todo si le pillaba en mitad de la partida o en el chat, Ivancito había intentado que le llevaran la bandeja a la habitación, pero para eso su viejo era inflexible:
-       Lo que nos faltaba, Dorita, es tener que llevarle la sopa boba hasta la cama.
Dorita no podía comprender la crueldad con la que su esposo juzgaba a Iván, el hijo que les había llegado en la edad tardía, llenando de alegría aquella casa en la que el resto de la prole estaba a punto de abandonar el nido.
-       No seas tan duro con el niño, Adalberto. ¿No ves que está cayendo en una depresión?
Ivancito no había tenido suerte en al vida. Durante su etapa escolar ninguno de sus maestros había sido capaz de entender lo complejo de su personalidad.
-       Es vago de solemnidad, señora.
Le tenían tanta manía. Todos: profesores, compañeros, cuidadores de comedor...Una vez, estando en octavo de EGB, a Ivancito le dio un ataque de ansiedad y mordió a la profesora de Educación Física que le había conminado de una forma ciertamente lesiva para su dignidad personal, a levantarse de la colchoneta y hacer flexiones como el resto de sus compañeros. Aquel escándalo estuvo a punto de costarle la expulsión del  colegio. Afortunadamente Dorita acudió a un psicólogo argentino que le diagnosticó un “Trastorno conductual con déficit de atención, enfrentamiento y baja resistencia a la frustración”
-       Lástima de criatura- decía Dorita a sus amigas- le podía haber dado un ictus o algo peor.

No le quedó otra al pobrecito que abandonar los estudios sin tan siquiera conseguir el Graduado Escolar. ¿Qué era más importante, al fin y al cabo, la salud o un papelito de nada? Iván necesitó casi dos años para reponerse del trauma y jamás ( y digo bien ¡jamás!) volvió a hacer una flexión. En toda su vida. Durante esos dos años Iván se introdujo en el campo de la informática, ya que entre sus padres y hermanos y para que tuviera una nueva ilusión en la vida, le compraron un potente ordenador con conexión a internet. Iván se entregó a los videojuegos y llegó a uno de los niveles superiores de Ultima Online, con gran regocijo de su familia. Por entonces y en un chat de IRC conoció a LokI_18, una chica de Ayamonte, provincia de Huelva, de la que se enamoró virtual y perdidamente. Ivancito pasaba toda la noche bien jugando o bien pelando la pava con la onubense, así que, por la mañana, no había quien le levantara.
-       Normal- decía Dorita- eso nos pasaría a todos.
LokI_18 le rompió el corazón. Ivancito sumido en la más absoluta de las tristezas no podía abandonar la cama, ni de día ni de noche. No había consuelo para él. Muchas noches, Dorita pasaba por la puerta de su alcoba y veía un reguero de luz bajo la puerta.
-       Podíamos comprarle una Playstation de esas, Adalberto, y una tele para su cuarto. Porque tenga una alegría el angelito...
A Adalberto un día se le hincharon las gónadas paternas y pegó un dios que se oyó hasta el quinto.
-       O te buscas un empleo o te vas a tomar por culo de esta casa, jodío vago
Hubo una gran discusión en la familia. Dorita temía que el niño cayera en el infierno de las drogas, mientras que Adalberto no dio su brazo a torcer.
Durante un par de años, Ivancito fue probando suerte en el mundo laboral. Trabajó de dependiente en el Berskha, pero los horarios de comercio eran de una esclavitud insoportable. Después probó en una gasolinera, que abandonó al segundo día del turno de noche, cuando vio en la tele el peligro que entrañaba; un enchufe de su tio le consiguió plaza de limpiador en el metro, pero no superó el mes de prueba. Quizá su auténtica vocación, donde más a gusto se encontró, fue de portero de discoteca, pero la mala suerte y un dominicano de 1, 94 por 120 kilos de peso le apartó de aquel camino.
Iván consumió la prestación de desempleo y después llegó la crisis, que afectó como la peste a su generación, a la de delante y a la que llegaba empujando por detrás.
-       ¡Qué mala suerte está teniendo este hijo!- se lamentaba Dorita.
Aquella noche, Ivancito se levantó de la cama a pesar del vértigo que sentía en mitad del pecho y salió a cenar con los viejos. La tele estaba encendida y se percató de que en ella, un grupo de chicos y chicas de su edad, tirados en la cama, hacían bromas y discutían sobre algo que no podía entenderse con facilidad.
-       Este año el Gran Hermano está muy interesante- informó Dorita.
De repente Iván vio claro su futuro. Durante tres meses no se perdió ni una emisión del programa, hizo que su madre le pagara el abono a las 24 horas GH y tomó nota mental de los mejores trucos para ganarse el favor de la audiencia.
-       Básicamente es no hacer nada, permanecer tirado y llorar de vez en cuando.
-       En eso eres el mejor, hijo mio.
Dorita miró a su hijo y se sintió orgullosa. Su amor de madre había surtido efecto y ahora, por fin, su hijo tenía un sueño que cumplir. Le acompañó a todos los castings, segura de que saldría elegido, como así ocurrió.
Una estrella mediática había nacido en el firmamento de la fama.





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