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sábado, 23 de abril de 2011

EL CIELO SOBRE BERLÍN





EL CIELO SOBRE BERLÍN (RELATO EN CÍRCULOS CONCÉNTRICOS )

En la película, el ángel miraba la ciudad desde lo más alto de los edificios más altos, siempre al lado de las colosales efigies que coronan los tejados, como acompañándose en la melancolía. Bruno Ganz era uno de los ángeles que iban y venían para aliviar el dolor y la soledad de los seres humanos que sufrían, el ángel fieramente humano que se enamora de la trapecista que custodia y la acaricia y la arropa sin poder darse a conocer. La trapecista era frágil y rubia como la chica que aparece en la foto de uno de los paneles que circundan el Check Point Charlie. Aparece en el maletero de un coche, sorprendida por el flash de la cámara y por la policía americana que no puede hacer otra cosa que impedir su intento de fuga a la Alemania del oeste y fotografiarla. Check Point Charlie también tiene su ángel, uno pintado con trazos rojos y esquemáticos por Keith Haring sobre lo poco que queda del muro en el sector americano. No sé si el ángel que retrató Keith Haring ayudó a la chica frágil y rubia que se parecía a la trapecista a sobrellevar su vida fragmentada por el deseo de escapar al otro lado. Tampoco sé dónde estaba el ángel el día que la Gestapo detuvo a Lila Boltum, maestra. Veo su cara joven de frente, de perfil y con sombrero entre otras doscientas en otro panel, esta vez en la exposición permanente de la “Topografía de los horrores” que Berlín ha levantado en el lugar donde se erigía, soberbio e imponente, el cuartel general de Himmler. A Lila la rodean otros 199 retratos de detenidos. Todos ellos tienen cara de muertos. . Hombres y mujeres de todas las edades de frente, de perfil y con sombrero. Hombres y mujeres de todas las edades, de todas las profesiones, de toda condición social. Al lado de Lila, maestra, hay un hombre con gafas redondas, como las que llevaba John Lennon. Un escritor. Él sobrevivió, pero Lila no. Lila era maestra, como yo, y rubia y frágil como la trapecista de la película y como la chica que intenta cruzar al otro lado en el maletero de un coche. Unos metros más allá, muy cerca, hay un parking y una plaza entre edificios de viviendas vulgares. También hay un panel que simplemente informa de que en ese mismo lugar se situaba el búnker en el que murió Hitler. Bruno Ganz interpretó el papel de Hitler en “El hundimiento” con la misma grandeza con la que encarnó al ángel fieramente humano de Win Wenders. Se lo cuento a Lila cuando llegamos al memorial a las víctimas del holocausto. Ella me corresponde refiriéndome la indignación que ha sentido al leer que los nazis consideraban subhumanos a los rusos, como ella. “Bueno, yo soy ucraniana”. Y se pierde entre las losas del monumento persiguiendo a su primer amor, Jonny, para darle un beso. Mi Lila es rubia y de aspecto frágil, como una muñeca de porcelana, pero se adivina en ella un coraje y una determinación que, quién sabe, quizá fuera el mismo que llevó a la otra Lila (de frente, de perfil y con sombrero) a las celdas de la Gestapo.
Veo a mis veinticinco ángeles corretear, disfrutando de su juventud y me da por pensar en lo contentos que pueden estar los homenajeados por ver volcarse, allí mismo, la vida en estado puro.
El cielo sobre Berlín amenaza lluvia.

2 comentarios:

  1. He llegado aquí por casualidad y me ha encantado lo que visto. Volveré...

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  2. Muchísimas gracias, Maripaz.
    Te pongo una sillita de enea cerca para que escuches mis cuentos.

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