Atención:

Licencia Creative Commons
Papeles de Nunca Jamás por Esther Requena se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-LicenciarIgual 3.0 Unported.

lunes, 2 de mayo de 2011

LA ESENCIA DEL CARACOL


LA ESENCIA DEL CARACOL


Cuentan que un caracol, hastiado de la arrastrada vida que soportaba,fue en busca de El Creador para suplicar misericordia y cuando estuvo ante Él le dijo:
―Señor: Desde mi nacimiento he cumplido sin queja alguna con el  cruel destino que me fue impuesto. Soy baboso, cornudo y llevo la casa a cuestas. Aún siendo optimistas sé que terminaré mis días cocinado a la aragonesa, con su poquito jamón, o bien a la llauna. No hay una criatura en el reino animal que sufra en silencio tanto como sufro yo. Ruego clemencia divina para que mi alma encuentre otra naturaleza que me depare alegrías mayores que sacar los cuernos al sol.
Dios se apiadó de su humilde siervo y le contestó:
―Regocíjate, hijo mío, pues tu aflicción ha hallado gracia ante mis ojos. Y en verdad en verdad te digo que al postrarte ante Nos has errado tus pasos, pues Aquí no somos deterministas sino más bien partidarios de lo que viene siendo el Libre Albedrío. Prosigue tu búsqueda y encontrarás las respuestas en otras fuentes. En los canales de la TDT dispones de  consultorios de horóscopos, quiromancia y tarot, pero si tu cordura exige vías más científicas o filosóficas, tienes el Camino del Karma, hijo mío, que consuela una barbaridad. Así pues, bendito seas y que la Fuerza te acompañe.
Ante tal chorro de sabiduría  coligió el caracol  que se le estaba despachando, divinamente, eso sí y dirigió su lento penar hacia el Palacio de la Justicia Divina, que estaba según se entra en la Quinta Dimensión de la Naturaleza, a la derecha. Allí pidió audiencia ante el Maestro Anubis, pero se le comunicó que, tras rellenar el oportuno formulario, podría en todo caso ser recibido por cualquiera de los 42 Jueces de la Ley, el que estuviera de guardia.

― Pues permítanme que le diga que en Aquí, donde recibe El Creador no se andan con tanta burocracia.
― Ya, pero no me va a comparar usted lo que conlleva una buena reencarnación con el cachondeíto del Libre Albedrío…
― También es verdad.
En la sala de espera tomó la vez de una araña y no tardaron en trabar conversación:
― No me hable, no me hable que mire usted en lo que me veo por chula…una eternidad que llevo penando porque le eché un pulso a una diosa, no sé si le suena, una tal Palas Atenea. Resulta que yo, Aracné, era la más hábil tejedora de Lidia, y la Palas Atenea se enceló porque la gané en un concurso. Desde entonces aquí me tiene, llora que llora por los rincones, pendiente de los plumeros y los aspiradores que destruyen las sutiles telas que creo con mis patitas…
― ¿Y desde entonces está usted hecha un bicho?
― Me reencarné una vez en trabajadora ilegal en un taller textil clandestino de Bangladesh, pero fue mucho peor, créame…

Y en esas estaban cuando el caracol fue llamado a presencia del Juez. ―Señor ― le dijo― Desde mi nacimiento he cumplido sin queja alguna con el  cruel destino que me fue impuesto. Soy baboso, cornudo y llevo la casa a cuestas. Aun siendo optimistas sé que terminaré mis días cocinado a la aragonesa, con su poquito jamón, o bien a la llauna. No hay una criatura en el reino animal que sufra en silencio tanto como sufro yo. Ruego clemencia divina para que mi alma encuentre otra naturaleza que me depare alegrías mayores que sacar los cuernos al sol.

El juez prestó oídos al lamento del caracol y ordenó a sus Asistentes en lo Kármico que trajeran a su presencia la gnosis, la balanza que mide la Justicia divina.
―Ahora veremos qué pesa más: si tu dharma o tu karma, le explicó el Juez.
―Pero no habíamos quedado que el karma es lo del destino en lo universal o algo así?
―Bueno…es que somos partidarios de la economía léxica para compensar los rollos que nos meten las almas, que no sabes lo que tenemos que escuchar…
―O que tienen ustedes un poco de lío semántico, con todo el respeto que se lo digo…
El caracol contuvo su nerviosismo. Estaba a un segundo de que su cruel destino cambiara.
―Hermano― sentenció con solemnidad el Juez de guardia― Tu largo y tortuoso camino ha llegado a su fin. Las buenas acciones de tu alma, a lo largo de la existencia…
― El dharma.
―Eso es: el ejercicio de la bondad, también llamado la “iniciativa dharma”, inclina la balanza…
― la gnosis.
― La gnosis en tu favor. Por ello la Ley del Karma…
― Las malas acciones.
― No, no…eso sería con minúscula. La Ley toma se hace eco de tu ruego y te concede, desde ya mismo, lo que es la naturaleza humana.
― ¡Qué alegría que me dan
― Pero, hermano gasterópodo, no nos es permitido mudar tu esencia porque contravendría la Unidad de Destino Universal con la que fuiste inscrito en tu primer nacimiento. Hombre serás, sí, pero conservando tu auténtica naturaleza.
― Es decir…
― Deberás seguir siendo baboso y cornudo.
― Vaya por Dios.
― Y te seguirás arrastrando.
― Desde luego… ¡no somos nada!
― Y llevarás tu casa como una carga, sobre tus espaldas.
― Pues qué quiere que le diga… ¡todo alegrías!
― Así pues…hombre serás, ¡pero hombre hipotecado!
― Uff…¿podría ser peor?
― Pues sí: podrías ser seguidor del Atleti o del San Lorenzo de Almagro.

Tan cruel ilustración hizo comprender al caracol la inutilidad de nuevos lamentos, por lo que, baboso, cornudo y arrastrado, abandonó el Palacio de la Justicia Divina, cavilando una vez más sobre lo injusto del reparto de destinos y sin saber muy bien dónde interponer la oportuna reclamación.

― Y puestos a elegir, prefiero morir a la aragonesa, con su poquito jamón.



1 comentario:

  1. ¡Qué bien me lo he pasado leyendo tu relato! ¡Y qué razón tiene el caracol! Yo también preferiría morir "a la aragonesa" que andar baboso, cornudo e hipotecado...

    ResponderEliminar