ATLAS DE LOS LUGARES QUE NUNCA EXISTIERON
Por aquí se
va a Babia, ¿lo ves? Más al Norte, entre estas manchas de color marrón
oscuro. Significa que Babia está entre altas montañas.
Ya sabes: marrón
oscuro, altura en el relieve del terreno. Tenlo en cuenta cuando vuelvas
a consultar el atlas, si de nuevo te vas a perder. ¿Te acuerdas de
aquella pareja que nos dijo que tenía una casa en Babia? ¡Qué gracia te
hizo! "Ella no necesita casa", les dijiste, "suele estar en Babia tres o
cuatro veces al día".
Quedaste como lo que eres, un patán; quedas como un
patán cada vez que intentas humillarme en público, solo que tú eres
incapaz de darte cuenta.
Sin embargo es cierto: poseo facilidad para
el ensueño, mi mente vuela, me despisto. Puedo perfectamente remover la
salsa de tomate mientras me voy imaginando, quizá, cómo lograr un nuevo
color azul para mares y cielos. A ese estado, en el que sólo un leve
hilo me sujeta a la realidad, tú le llamas “estar en Babia”. Bien, ahora
sabes dónde encontrar Babia, tú que nunca has estado allí.
Jamás debí enamorarme de un tío que nunca ha estado en Babia.
Conseguí
el azul que buscaba. Con él he pintado los mares de este atlas que te
entrego. A pinceladas mínimas cada ola, cada marea.
Fíjate bien, es un
trabajo fino, merece la pena. Y mira estos atolones diminutos, en el
punto más alejado del mapa central: Es el Archipiélago de Las Lejanas:
Casadios, El Quinto Pino...Ahora que las miro, creo que tenías tu parte
de razón: mi madre vive en Casadios; mi amiga en El Quinto Pino. Sí. No
merecía la pena ir a visitarlas, tan lejos...perderíamos un tiempo
precioso; sobre todo tú.
El azul de los océanos en los mapas...
Me
quedé prendida de esa imagen cuando me la enviaste, en aquellos tiempos
en los que me necesitabas para respirar. Claro que, exactamente me
escribiste “L azul d ls ocanos n ls mapas”.
Nunca debí enamorarme de un tío que manda a Salinas por sms.
Observa
ahora, atentamente, las dos islas mayores; ahí, en el centro del mundo
que he dibujado para ti: la más grande es fácilmente reconocible. Si te
ayudas de una lupa incluso verás al Jolly Roger atracado en la Bahía de
las Sirenas. Tener un buen velero a mano, y más si es pirata, siempre
viene bien por si hay que salir huyendo, o simplemente, de viaje. De
todas formas, como me mareo hasta en las barcas de El Retiro, he
colocado frente a Nunca Jamás la isla de Ninguna Parte. Ya ves lo
práctica que me he vuelto a tu lado. Verás cómo así, viento en popa a
toda vela y del brazo de hierro de James Hook, sí voy a Ninguna Parte.
James
Hook es un tipo con clase, ya lo creo. Capitaneará su bajel entre las
Sirenas haciendo oídos sordos a sus cantos. No como tú, insensato, que
incluso creíste que ibas a salir indemne de entre sus brazos.
Nunca, jamás, volveré a enamorarme de un tío que no sabe resistirse a los cantos de sirenas.
No
he podido terminar el atlas a tiempo; no sabes cómo lo lamento. Falta
lo más importante, el motivo por el que me he encerrado a trabajar
durante estos días y estas noches. Cuando me dijiste que, después de
todo, sin mi te hallabas perdido, quise, de alguna forma, recompensarte
por el esfuerzo que habías hecho al recordar, tan a tiempo, tan al hilo,
una de las frases más importantes de la semiótica del culebrón
televisivo. “Sin ti me hallo perdido”, ¡ese verbo hallar se merecía algo
realmente único! Y entonces se me ocurrió. Adoro la cartografía, ya lo
sabes. Para mi pocas cosas son tan excitantes como viajar por un mapa,
mejor cuanto más antiguo, y, por ejemplo, puedo volver a ver el reino de
Siam, escrito con letra inglesa, a pluma y tinta de color.
Tú te
hallabas perdido y yo tenía la clave. Fabricaría un atlas para ti.
porque lo mereces más que nadie, porque no quiero que te queden dudas.
Para que sepas llegar a tu destino, a tu lugar en el mundo, a donde yo
te envio de una vez por todas.
Sólo que me quedé sin pergamino ¡Y
mira que prescindí de Avalón y sus brumas! El sitio donde vas queda tan,
tan lejos, que se sale de este atlas.
Vete a Tomarporculo.
Y toma
esta brújula por si te pierdes. No vuelvas a decirme que así no voy a
ninguna parte. Las chicas, buenas y malas, vamos donde queremos,
imbécil.